domingo, junio 11, 2006

Todo de golpe

Hay algo, una energía extraña, un ímpetu incontrolable que me hace escribir en este blog una y otra vez. Sé, al mismo tiempo, que tengo uno, quizás dos lectores que mantienen cierta asiduidad, y que no se mueren por leer lo último que escribí. Tampoco creo que lo que escribo le sirva a otro para identificarse. Sepan todos que las cosas que nos pasan son de lo mas comun del mundo. El planeta está lleno de gente que le pasa lo mismo que a uno. Con esto no estoy diciendo que haya que consolarse, pero como se suele creer que las cosas mas terribles le pasan solo a uno, saber que no se es el único sirve para no desviarse a la tragedia y concetrarse en el problema o en el asunto que sea. Yo estaba hablando de otra cosa al principio y, como de costumbre, me desvié a esto.
Hace ya varios dias que no puedo terminar de escribir un artículo sobre los volanteros. No me convence la forma en que lo hago, y eso me molesta. Escribo un párrafo un día, al otro lo corrijo, y cuando me dispongo a escribir más me doy cuenta que no me gusta lo anterior, lo borro y lo empiezo denuevo. Espero terminarlo antes de el viernes de esta semana que empieza, así por lo menos puedo continuar con otros textos que tengo en mente.

De ahora en más, acompañaré cada nueva entrada de este blog con un extracto de algun cuento o novela para realzar el interes que alguien pueda tener en este blog. (Todo por el rating)

Extracto del Libro “Crónicas del Angel Gris” de Alejandro Dolina

Historia del hombre que sabia que iba a morir un viernes


Los poderes del Angel Gris son muy limitados. Apenas si es capaz de humildes milagros de cuarta categoría. Por eso, cuando trata de favorecer a alguien, lo más probable es que lo reseque para todo el viaje. Una tarde, el Angel comunicó al farmacéutico Luciano B. Herrera que su muerte se produciría un día viernes.
Al principio, el sujeto aprovechó el dato con cierta astucia: arriesgaba la vida sin temores en sus días de inmortalidad, mientras que los viernes se encerraba bajo siete llaves.
Muy pronto el miedo comenzó a trastornarlo. Los domingos y los lunes mantenía una relativa calma. Los martes y los miércoles lloraba en silencio. Los jueves visitaba a sus amigos y parientes para despedirse de ellos. Los viernes enloquecía y suplicaba clemencia a los gritos. Los sábados se emborrachaba para festejar su buena suerte.
Las cosas fueron empeorando. Herrera tuvo que cerrar la farmacia, cayo en la miseria y adquirió una merecida reputación de chiflado.
Se suicido un martes, ante el beneplácito de quienes sostienen la doctrina del libre albedrío.
Los Refutadores de Leyendas pretenden demostrar la inexistencia del Angel Gris con esta historia, que apenas alcanza para demostrar su ineficacia.