viernes, junio 23, 2006

La vida se divide entre lo horrible y lo miserable

Deacuerdo a unos acontecimientos ocurridos recientemente en la estacion Callao del Subte B, recordé este viejo cuento que tenía guardado por ahí y que está inspirado por una historia similar a la que estuvo dando vueltas por las noticias en estos últimos días. Ojalá les guste y lo disfruten.


Era una hermosa noche

por Demian Rostov

Una taza de café volcada sobre la mesa con unos dedos que apenas la aprietan y manchas de sangre oscurecidas por el café derramado. La sangre es de Vera, la chica del 4to B que había soñado con vivir una existencia feliz e imperturbable. Víctima del Bovarismo, se encerró en sus propias conclusiones y, como Emma, no pudo con el mundo real. Decidió dejar de ser, de existir, antes de aceptar la triste verdad: La realidad no le sirve a los soñadores, y como a Vera, les es nocivo.
El mundo real es demasiado absurdo y cruel para las espíritus sensibles como Vera, entonces se recluyen al arte, en donde pueden moldear la realidad a su gusto. La expresión artística es siempre superior a la realidad que crean las sociedades; es el orden a partir del desorden, y es perfecto.
Vera no supo diferenciar esta realidad y pronto se vio perdida entre dos mundos aparentemente iguales. Por eso creyó que viviría aventuras excitantes constantemente, que sentiría amores intensos y desengaños de una tristeza absoluta, penso, además, que nada interrumpiría jamas la vida perfecta que deseaba.
Y eso estuvo bien por un tiempo. Pero todo se arruino un día que salió a pasear bajo la noche estrellada más hermosa y agradable que hubiera visto jamas. Caminó y caminó, contenta y feliz mirando al cielo. Como estaba en la ciudad y había muchas luces prendidas que no le dejaban apreciar bien las estrellas, tuvo la ocurrencia de ir hasta una plaza alejada, al lado de las vías del ferrocarril, en donde nunca se encendían las luces, de manera que, por las noches, quedaba todo en penumbra. Una vez hubo llegado a la plaza, se tendió en el pasto tan delicada como una mariposa. En su cara se dibujaba una enorme sonrisa que apenas representaba la felicidad que la había invadido esa noche, y como regalos que le hacia a la luna en creciente, soltaba cada tanto una frágil e inocente risita que enamoraría a cualquier hombre sensible, con solo escucharla una vez. Unos momentos después, lo fatal que iba a pasar, paso. Vera escucho un ruido que provenía de unos arbustos y pregunto con su voz de musa: ¿Quién esta ahí? Nadie respondió, penso que habría sido algún animal. Unos segundos después una perversa mano le tapo la boca fuertemente desde atrás, y la arrastro hasta abajo de un árbol cuyas ramas caídas llegaban hasta el suelo formando una especie de bóveda. La intolerancia, la brutalidad y la maldad desmedida del mundo estuvieron representadas por esa mano, en esa presencia demoniaca que arrebato a Vera de su mundo ideal. El demonio no tardo en golpearla y despojarla de su ropa para quitarle lo que todavía le quedaba de pura, para rebajarla al ultimo de los escalones morales. Entonces, cuando el demonio no encontró más sentimientos nobles que robarle, la dejó; la dejó tirada, vacía de cualquier posibilidad de ser feliz para siempre. Ahora solo tendría pensamientos perturbadores.
Después del peor episodio de su vida; después de estar un mes internada en el hospital, con la mirada perdida y sin pronunciar palabra alguna; después, llego a su casa. La llevo un enfermero del hospital que se había enamorado de ella. Una vez sola, preparo café, agrego unas cucharadas de veneno para hormigas, y azúcar. Se sentó frente a la mesa y, llorando, bebió de la taza un buen sorbo. Su cara reflejaba toda su depresión, su tristeza que parecía no tener fin. Se sintió defraudada por un mundo al que nunca había querido aceptar. Y ya lo había decidido: no tenia sentido seguir viviendo un mundo que era tan cruel y brutal con un espíritu libre y sensible como ella.
Unos minutos después no pudo sostenerse más y cayo sobre la mesa esperando la muerte.
Fin.