Este es el último párrafo de su autobiografía titulada "Las palabras".
Lo que me gusta de mi locura es que me ha protegido, desde el primer día, contra las seducciones de la élite; nunca he creído ser el feliz propietario de un «talento»; mi único objetivo era el de salvarme —nada en las manos, nada en los bolsillos— por el trabajo y la fe. Como consecuencia, mi pura opción no me elevaba por encima de nadie: sin equipo, sin herramientas, me he metido entero en la tarea para salvarme entero. Si coloco a la imposible Salvación en el almacén de los accesorios, ¿qué queda? Todo un hombre, hecho de todos los hombres y que vale lo que todos y lo que cualquiera de ellos.